El sol arrojaba destellos cegadore en el agua del canal, los castaños estaban en flor y, pese al café y la tarta de fresas, mis nervios aún vibraban gracias a la Mosela. Mientras contemplaba una larga y negra embarcación que pasaba a mi lado, me percaté súbitamente de que casi me sentía como en mi casa en aquella extraña y complidada ciudad, sensación que nunca había experimentado en París...[...]
...[...]... Casi era hora de quee Lilí saliera del colegio, de modo que hubiera podido ir al Pariser Platz. O hubiera podido visitar uno de los museos y perderme, como hacía a menudo, en la contemplación de las obras de hombres a quienes nunca podría igualar. Pero no lo hice. Permanecí allí, contemplando la lluvia, preguntándome si estaria lloviendo en Munich, preguntándome por qué debía preocuparme tanto si Hans von Seeckt o Adolfo Hilter gobernaban Alemania. Recordé que Whitney Wood nos acusaba a la Señorita Boatwright y a mí de volvernos "naturales del país". ¿Cómo podñia hacer la maleta e irme a casa si Lilí no venía conmigo? No quería volver a mi país. Nunca me había sentido tan en mi propaia casa, en mi país, como me sentía en Alemania. No había escrito una sola carta desde mi llegada a Berlín. Estaba aislado...[...].
Una Princesa en Berlín
Arthur R.G. Solmssen
Fabula Tusquets Editores
1980
Arthur R.G. Solmssen
Fabula Tusquets Editores
1980